jueves, 20 de octubre de 2011

No luchaba.

Me miró con rabia, respiró y comenzó su matanza.
Abrió viejas heridas cerradas en el tiempo con dolor y amargura
Y comenzó a escupirles dentro, palabras rasgantes con odio, con una rapidez tan grande sin tiempo para reaccionar.
Y se dejó vaciar, se dejó llevar por el camino de los reproches, de las mentiras, de los secretos que nunca se deberían escuchar.
Dejé de diferenciar el presente del pasado, lo que dolía y lo que no. Dejé de diferenciar a las personas que me querían, ya no existían, ahora eran extraños capaces de destrozarme.
Cerré los ojos, aguanté mis lágrimas y dejé a mi corazón cantar en mudo.
Pero nada desaparecía, allí estaban con su labor de destrozar mi mundo y todo lo que existe.
No podía dejar de observar como se movían, como la rabia les consumía por dentro.Sus miradas de odio y sus bocas, que temblaban al decir lo que tanto tiempo aguantaron.
Creo que entonces comencé a temblar, y a darme cuenta de que no era tan fuerte, que no podía escuchar todo eso. Los muros que construí comenzaron a caer como burbujas, volvían a ser burbujas de cristal, como yo.


Y el mal entró en mi alma, en mi ser. Sentía el odio riéndose entre dientes
Quemando mis ojos, ardiendo junto a la amargura. Los sentí jugando en mi interior, buscando un hueco para quedarse y destrozar.
La tristeza volvió a mi rostro, y me dijo, que tal y como me advirtió, volvería. Así que ya no era sitio de la felicidad. 
Mis labios la despidieron inertes, incapaces de sentir pena por la pérdida, mis ojos estaban vacíos, transparentes, miraba al frente pero veía imágenes mezcladas de la verdad y la mentira.
Cuál creer, cuál odiar.
Que más daba si esperanza se había ido y se había llevado con ella a ilusión.
El rencor ocupó sus sitios y echó raíces de otros mundos que no me pertenecían.
Sentí vagar por un sendero lleno de cristales mientras la tristeza me mostraba su hogar como algo impecable.
El mal creía ganar.
Pero no era una lucha, porque yo no luchaba.


Simplemente cerré los ojos.



                                                                               No sé si perdiste más, tú o yo.